Te veo llorar, tu pequeño cuerpo se estremece con cada lágrima, y para ti, el mundo entero ha dejado de existir... Te mueves por una dimensión desconocida, en la que no existen ni el futuro, ni el ayer, ni el mañana, ni el pasado, ni nada... Nada, al margen de tu inmensa carga de dolor, que soportas sobre tus hombros... y tu alma...
No te importa una mierda el qué dirán, y por eso, en medio del hall de la facultad, bueno, más bien en una esquina del mismo, muy cerca del típico banco de cemento que demuestra su concepción como cárcel en tiempos el franquismo (aunque el proyecto fue rechazado por considerarse demasiado opresivo), te has derrumbado en el suelo... y te has puesto a llorar... No te conozco, vale, jamás hemos hablado, pero noto esa extraña congoja en el pecho, que me indica que si no hago algo, ya, lo que sea, yo también me pondré a llorar...
Y por eso mismo, me quedo de pié, a tu lado, intentando apartar al puto círculo de tarados que te rodean, que siempre rodean a cualquiera que demuestra sentimientos en esta puta ciudad... Intento mantenerlos alejados, como si estuviera creando esa extraña esfera de privacidad de la que tanto me hablan en "Comunicación no verbal" (mi asignatura favorita... igual que el libro de Flora Davis...), y al final, harta y asqueada de toda esa gente, estallo... Y en voz baja, pero contenida, y supongo que llameando por los ojos, les pido que se marchen, que desaparezcan, y te dejen tranquila, con tu dolor... Curiosamente, obedecen, y se van, y nos quedamos de nuevo a solas...Y entonces, me agacho a tu lado... Y me siento... Y paso el brazo por encima de tus hombros... Y lloras contra mi pecho... Y cuando ya estás más tranquila, despacito, acaricio tu cabeza, tu pelo rubio, y tus mejillas... Y te tranquilizas del todo... Y te levantas... Y me miras, y me dices un tímido "gracias"... Y te vas caminando lentamente, mirándome antes de traspasar la puerta de cristal…
Y me quedo sola otra vez... Y noto el vacío que has dejado a mi lado… Y percibo una extraña fragancia… Y de repente, vuelvo a sentirme pequeña, insignificante, perdida en medio de tanta gente que pasa a mi lado sin detenerse…
Y entonces, soy yo quien tiene ganas de llorar...
Pues me quedé con ganas... de robarte un beso....
No hay comentarios:
Publicar un comentario