La última historia del año… y ha sido bastante macabra… De todas formas, al escribirla, lo que más me duele es que cada semana salga publicada en la prensa una noticia sobre el asesinato de una mujer a manos de su pareja, compañero… Habría que instaurar nuevas leyes, para protegerlas… Y tratar al mismo tiempo de cambiar la forma tan machista de ver las cosas, que hace que se culpe a la víctima, con frases como “algo habrá hecho para que la mate…”
Tal y como dice el cuento, cualquier persona tiene un límite en aquello que está dispuesto a aguantar por un motivo u otro... Ya sea por convicción social, por convencimiento, por un cambio en las circunstancias, siempre puede llegar el momento de decir "BASTA"... Y cuando eso pasa, los roles se pueden invertir drásticamente... Como Claudia y Eduardo... bueno, y también Laura...
"Y esta es mi última palabra", me dijiste, al mismo tiempo que salías de casa dando un portazo, con tus aires de gallito enfurecido, y pavoneándote casi... al mismo tiempo que flexionabas los nudillos, tal vez para desentumecerlos... Pero claro, lo que no podías suponer, es que realmente serían tus últimas palabras, al menos en nuestra casa... porque los gritos agónicos, tus "¡por piedad, esto es un error, nosotros no tenemos dinero!" o cuando decías "¡Los vecinos de 37, esos tienen mucho dinero!", creo que realmente no cuentan para nada...
Nunca piensas que es algo que te pueda pasar a ti, que vayas a repetir esquemas, que te vayan a reducir a una piltrafa lastimera, que encontrarás a alguien en tu vida que te pueda terminar destrozando, en todos los aspectos, y mucho menos que a tus treinta y pico años vas a permitir que te masacren la vida, las ilusiones, todo... Vale que nos casamos por tus padres, a quienes hacía mucha ilusión que nosotros también mantuviéramos la tradición familiar, en la pequeña ermita a las afueras del pueblo, junto al Prado de San Antonio... Precisamente allí, entre gramíneas y olivares (a los que soy alérgica), y con la amenaza de alguna casual avispa o abeja (que tampoco me sientan bien, precisamente...), con la voz agarrotada no solo por la emoción, sino por el puro miedo (nadie se acordó de decirme que la puta ermita es famosa por sus enormes arañas...) y tras un noviazgo de apenas seis meses, nos dimos el "Sí, quiero", solos con el cura y los testigos, mientras los doscientos treinta y siete invitados (quince por mi parte) nos aplaudían y jaleaban, coreando eso de "¡Que viva el señorito Eduardo!" y el bonito "¡Y que viva Claudia, su santa esposa... que menuda joya se lleva!"...
No, durante el tiempo que pasamos juntos, nunca pensé que podía conocerte tan poco... Cuando perdías los nervios y le dabas un puñetazo a la pared, sin causa justificada, pensaba que era tu naturaleza, pero que la culpa la tenía el puto Barça, cada vez que pateaba a tu santo Real Madrid... Aquella vez que te picaste con otro coche en la R-5, y que le perseguiste a más de 150 dándole luces y casi nos matamos, lo achaqué a tu trabajo como bróker en el Santander... Cuando te pusiste de los nervios porque yo no quería irme de vacaciones con tu madre a la playa, otro puñetazo casi revienta la puerta del ropero...
Pero cuando ya nos casamos, desde la misma noche de bodas, comprendí que tal vez me había equivocado... tremendamente... Tú estabas borracho como una cuba, después de tantos brindis, a mí me dolía la cabeza, pero aun así, te empeñaste en consumar el matrimonio... como si no lo hubiéramos consumado antes... Cuando te dije que no me apetecía, que me dolía muchísimo la cabeza, tu respuesta fue darme un tremendo bofetón "Pa´ que se te pasen esos aires de grandeza", lanzarme sobre la cama, y sin molestarte ni en desnudarme o en hacerlo tú, me subiste el vestido por encima de la cabeza, te bajaste los pantalones, y a lo bruto, como el cerdo que desde luego eras, terminaste la faena en menos de dos minutos, y luego, a trompicones te volviste al banquete, para celebrar tu “triunfo”, tu “hombría”...
Claro, muy bonito... ¿Pero a quién le importa la novia, la recién casada? ¿Quién se molesta en averiguar si pasa algo malo? ¿Quién me ayuda a levantarme de la cama, a quitarme el vestido mancillado, y me mete desnuda en el jacuzzi, y me lava suavemente la cara, la cabeza, la espalda...? ¿Quién arruina su vestido cuando me empeño en abrazarla recién salida del agua, antes incluso de secarme? Por supuesto, mi amiga Laura...
Ella me ayudó después, escuchándome, consolándome, cada vez que las cosas no te salían bien el trabajo, y en vez de un beso de buenas noches, te desquitabas dándome un puñetazo en el estómago... Ella me acompañó a Urgencias la primera vez que me partiste la ceja, para certificar que me había golpeado con una puerta... Ella también se encargó de acompañarme a otro Hospital, cuando me "caí por las escaleras del sótano, y me partí las costillas"... Laura, siempre Laura, era curioso comprobar que, cuanto más imbécil, prepotente y agresivo te volvías tú, más necesidad de cariño, de apoyo, podía satisfacer con ella...
Me gustaría saber por qué nos molestamos en distorsionar la realidad, en echarnos siempre la culpa cuando las cosas salen mal… incluso en justificar el comportamiento del maltratador… Hace cuarenta años, durante la dictadura, con los matrimonios para toda la vida, cuando hacía falta el permiso del esposo o del padre para trabajar, o para abrir una cuenta corriente, de alguna manera, lo puedo entender… No dejaba de ser algo prácticamente institucionalizado, “la mujer, atada a la cama, y con la pata quebrada”, “la mujer, en la cocina”… ¿Pero ahora?
Pasaron los meses, y aunque no me prohibiste hacerlo, al final, perdí el contacto con casi todos mis amigos... entre otras cosas, porque no me apetecía que me vieran las huellas de tus “caricias”... Después he leído que el aislamiento, la ruptura de los lazos con la sociedad, es uno de los primeros síntomas de los malos tratos, casi tanto como los golpes, o la pérdida de la capacidad de pensar por una misma…Yo seguía con mi trabajo de administrativa en una empresa de seguros, y tus mayores palizas, al ser los viernes por la noche, no me afectaban demasiado ni interferían con mis obligaciones laborales... A veces, yo pensaba que era culpa mía, que te había provocado por algún comportamiento inadecuado e imperdonable: que la cena no estuviera a tu gusto de sal, los macarrones con tomate no eran tan buenos como los de tu madre, tu camisa no estaba bien planchada...
Lo más increíble es que, al final, siempre te justificaba de alguna manera, siempre... Y me tragaba el orgullo, y las violaciones, y las vejaciones, pues de todas formas eso era lo que tú querías de tu amante esposa... Y ese era mi rol, más bien tu saco de arena que tu compañera... Una vez más, de no haber sido por Laura, por su apoyo, sus consejos, su lealtad, no habría podido superar aquella primavera... ¿Que si yo sabía que Laura era lesbiana? Al principio no, pero de todas formas, habiendo estado juntas toda la vida, tampoco me importaba...
Posiblemente, la situación se habría mantenido así mucho más tiempo, de no haber sido por el embarazo... Y por tu puta manía de golpearme en el vientre... por el motivo habitual: no deja huellas visibles en primavera... Cualquier otra cosa, habría podido soportarla, Eduardo, menos que pusieras en peligro aquella criatura, de cuya existencia ni siquiera estabas enterado... La derrota del Madrid te hizo mucho daño... y a mí también... Si no me hubiera podido escapar de la casa, un adosado con pretensiones elitistas en la Alameda de Osuna, descolgándome por la ventana del baño... Y una vez más, Laura vino a buscarme a la gasolinera... Me llevó al hospital, y de milagro no perdí al niño… Fue entonces cuando decidí que ya estaba harta...
Con la "oleada de robos en la zona de Barajas", de la que tanto hablaban en los periódicos, surgió en ti un nuevo miedo: el que asaltasen nuestra casa, se bebiesen tu colección de botellas de cerveza de importación, robasen tus preciados trofeos deportivos de toda una vida (campeonato de chapas, lanzamiento de frisbee, esquiador acuático más creativo, y otras mierdas por el estilo), y de repente, empezaste a preocuparte por nuestra seguridad... Durante unos días, llamaste a varias empresas... y por no variar, contrataste el servicio más básico posible, con la más cutre de ellas...
Por aquellas fechas, ya estábamos terminando el plan, para darte tu merecido... Y por eso, esta noche, aprovechando que los vecinos del 37 estaban fuera, han venido Laura... y su grupo de amigos... Si lo piensas fríamente, Eduardo, es lo mejor que te podía pasar... Unos desconocidos han entrado en tu casa, reventando la ventana del cuarto de baño de la primera planta... Luego, se han divido en dos equipos, y mientras uno de ellos se dedicaba al saqueo (pero sin causar demasiados destrozos, pues de todas formas, te recuerdo que son amigos míos...), el otro ha subido a nuestro dormitorio de la segunda planta, donde me han golpeado varias veces con fuerza en la cara, el cuello, el pecho (pero me han parecido caricias, comparado con tus palizas), me han sentado y atado en una silla... y me han obligado a presenciar todas las torturas que te han infligido, para que les dijeras la contraseña de la caja fuerte, el pin de tus tarjetas, el escondite de las llaves del Ferrari... Y se han empleado a fondo, claro...
Y tienes los brazos rotos, las rodillas descoyuntadas, las piernas partidas por varios sitios, los dedos de las manos aplastados por el bate de béisbol, el mismo que luego han usado para sodomizarte, mientras estabas atado, impotente, con los pantalones del pijama bajados, sobre la cama... y para mayor humillación, te lo van a dejar colocado a plena vista, para que esa sea tu última imagen en este planeta... ¿Y cómo puedo evitar yo, una pobre y desgraciada mujer, evitar que accedan a la casa los periodistas, o impedir que te hagan fotos, y que las fotos se publiquen? Ya no se trata exclusivamente de hacerte sufrir, sino de destrozar completamente tu imagen de “latin lover”, de vengarme con esta humillación final por todas las veces que me has golpeado…
Pero ahora, cariño, tengo que terminar con esta charada... Por eso, voy a usar este revolver que me ha dejado Laura, para ejecutarte a la antigua usanza: un disparo en la nuca, y terminar la pesadilla... para ti, y para mí… Adiós, cariño... disfruta en el Infierno... Y dentro de un rato, haciendo un tremendo esfuerzo, llorando con desgarro, conseguiré arrastrarme con la silla y todo hasta el teléfono... y llamaré a Urgencias... y esperaré a que lleguen todos... para ayudarme...
Una buena venganza... inteligente... bien planificada y mejor realizada... Con un hermoso bonus: el Santander le había contratado a Eduardo un jugoso Seguro de Vida, por lo que la desconsolada viuda, acompañada de su "querida amiga Laura", cobró casi medio millón de euros, y pudo cambiar por completo su existencia..
No hay comentarios:
Publicar un comentario