A través del cristal me asomo al mundo, un lunes más, llueve, y hace frío... Una pertinaz neblina expande sus zarcillos, Necesito que llegue el verano, el sol, recuperar las energías sobre un banco, en el parque, en la calle, donde sea... Dejar que, suavemente, el calor suba, como una serpiente enamorada, desde mis pies calzados con sandalias, hasta la pequeña rasta que me hizo Claudia... Soy una criatura de sol, de luz, de aire, de agua, de tierra, de voluntad (bastante) y de sueños (demasiados)... Pero sobre todo, de sol...
Por eso, cuando el día amanece lluvioso, y tengo que seguir la misma rutina, apagar el despertador después de los cinco minutos de prórroga, coger toda mi ropa y lanzarme hacia el baño que antes compartía con mi hermano, retocarme mínimamente el peinado (no toca lavar el pelo hasta mañana por la tarde), comprobar si todo está en su sitio, y a modo de desayuno, un zumo de naranja y un donut... Para salir corriendo de casa (vivo en un tercero, y tardo menos por las escaleras que con el ascensor asmático), y lanzarme a la conquista del Metro en hora punta...
Ayer me acosté bastante tarde terminando un trabajo de pensamiento político universal, y he soñado con la Atenas de Pericles, las reuniones en el Ágora... y al final, como me suele pasar cuando pienso demasiado en ese tema, me he despertado sobresaltada, consumida por los nervios de tener que hablar frente a la asamblea de Esparta, metida de lleno en la película "300"... y no precisamente como mujer… Durante la segunda mitad del sueño, yo era Leónidas, el rey, y la sangre, las flechas y las cabezas volaban a mi alrededor… Me he despertado sobresaltada, con el impacto de las primeras flechas, y la respiración agitada por algo muy parecido a la excitación…
Hoy será un lunes como otro cualquiera, salvo durante las vacaciones, y si ya me faltan energías para hacer frente a la mañana... no quiero ni pensar en qué condiciones estaré para el sábado... No, no es ningún día especial, ningún aniversario, ni recordatorio, ni nada... pero al menos volveré a ser libre... para levantarme tarde, soñar un poco y aprovechar el tiempo para estar con los amigos... para olvidar toda la presión de este curso que me está rompiendo los esquemas…
Es lo único que pido hoy... Sentir el sol sobre la piel... Y recordar tiempos, que en muchas cosas serán mejores… y con menos clamorosas ausencias… Deseo volar... O cambiar de aires unas horas, disfrutar la caricia del viento, del sol, en la piel, en la cara, caminar sin rumbo por el inmenso parque, y sentir, cada diferencia del suelo, asfalto, tierra, grava, hierba... Desde el asfalto de las calles de Madrid, con la bici, los patines, el patinete; la tierra, el sonido seco y extraño de la arena, cuando caminabas por el Retiro con tu abuelo, en vuestra ruta hacia los grandes triciclos; la grava, fina, pero muy desigual, de aquella cala de Cantabria, donde veraneamos un par de años, y solo descubrí el sabor de un beso de despedida; y la hierba, en la pradera de San Antonio, en el pueblo de mi padre, donde tantísima gente se reúne para comer, hacer barbacoas, y antes para dormir en tiendas de campaña, lo mucho que disfrutabas de niña con la tía Agustina, que aprovechaba cualquier momento para caminar descalza en la pradera…
Mas a cada paso que doy, me persiguen la nostalgia, el recuerdo de la ausencia... y también la esperanza... Al final comprendes tu necesidad: romper con la rutina, y ser libre...
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