sábado, 3 de septiembre de 2011

7. VIAJANDO ALREDEDOR DE CLAUDIA


Me hallo entre los dos extremos: siempre me ha encantado viajar... pero nunca he tenido dinero. De todas formas, ¿qué universitaria de 19 años, que vive con su madre, puede permitirse el lujo de viajar a Tailandia, por ejemplo?

Y, sin embargo, aquella tarde de viernes, con mi amiga Claudia (bueno, tal vez somos algo más que "amigas"... es casi mi amor platónico), tumbadas las dos sobre su inmensa cama de matrimonio, descubrí que viajar puede ser una experiencia francamente interesante y placentera (bueno, no tanto como el sexo, pero casi)... Sólo es necesario tener alguien que te guíe...

Hace casi cuatro meses que conocí a Claudia, a primeros de junio, en una conferencia del Ateneo Científico y Literario de Madrid, acompañada por una espectacular proyección de diapositivas en el Salón de Actos sobre la ciudad de Gondar, en Etiopía, con sus increíbles estructuras, palacios y torres, que fue fundada en 1600, y declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979... Sin embargo, a pesar de la espectacularidad de las imágenes, y de la impresionante erudición y dominio del conferenciante, Luis Rodríguez Márquez (un conocido poeta maldito de la Guerra Civil española, autor de obras de teatro, incansable viajero… y activo participante en las Tertulias Republicanas del Ateneo), desde el momento en que Claudia entró en la sala y se sentó en la fila anterior, a mi derecha, dejé de mirar a la pantalla, y me pasé casi todo el tiempo mirándola a ella...

De Claudia, lo primero que me gustó fue su perfume, con un discreto aroma a rosas y a incienso... Llevaba un vestido negro, con anchos tirantes, y amplio escote, y algo en ella me recordaba a Audrey Hepburn, en “Desayuno con Diamantes”... Su peinado, el pelo castaño cortado a capas hasta los hombros... Su cuello blanco y largo... Sus labios escasamente pintados... Ni rastro de colorete en las mejillas... No podía apartar mis ojos de ella, incluso a pesar de las maravillas que nos estaban enseñando... y creo que en varias ocasiones ella se dio cuenta... Sobre todo porque, durante una pequeña pausa, se dio la vuelta y me dijo, con esa típica media sonrisa canalla en los labios, que tanto me gusta... "¿No estás cansada de verme siempre desde atrás? Si te apetece, podemos tomarnos un chocolate a la taza bien caliente en la pequeña cafetería... Y nos podremos ver mejor..." Vale, me quedé paralizada, haciendo inventario de las pintas que llevaba esa tarde, mis botas Doc Marten negras, vaqueros tipo pitillo del mismo color, camiseta negra, camisa de leñador y chupa de cuero... creo que nuestros aspectos no podían ser más dispares, y sin embargo... Sin embargo…

Aquél ratito en la cafetería que pasamos hablando de mil cosas, fue posiblemente lo mejor de todo el mes de mayo, con las dichosas clases, los compañeros (y compañeras), la impresión de estar siempre bajo el microscopio... Bueno, al final, no regresamos al salón de actos, sino que estuvimos casi tres horas hablando, y aunque no fue un flechazo (por su parte, al menos), sí marco el comienzo de una hermosa amistad...

Hemos ido unas diez o doce veces al cine (compartiendo palomitas, y en un par de ocasiones, bebidas), hemos disfrutado de algunas exposiciones fuera de serie (una de las aficiones que heredé de mi padre), también hemos comido o cenado en restaurantes o en su casa (ventajas que tiene el tener un buen trabajo y piso propio), y aunque jamás nos hemos besado o cogido de la mano en plan íntimo, creo que nuestra comunicación no verbal es la de una pareja... También nos hemos visto en ropa interior varias veces, ya sabéis, esa tendencia que tenemos las chicas a probarnos cosas en las tiendas, aunque no compremos nada...



Es una sensación extraña, no es solamente amor, o deseo, o lujuria (esos labios...), ni amistad, es un algo indefinible que te llena por dentro cuando estás con esa persona especial... No sé si a Claudia le pasa lo mismo, tal vez un día de estos se lo preguntaré, cuando me aclare un poco las ideas o se acerque mi cumpleaños de nuevo... Me siento como un planeta orbitando alrededor de un sol desconocido, pero tengo el mismo miedo de acercarme y ser incinerada por su rechazo, que alejarme y sentirme consumida por el frío... Supongo que en el término medio se encontraría algún tipo de relación... aunque de todas formas creo que me basta con estar ocasionalmente a su lado para sentirme bien... Con sus treinta años, Géminis de primeros de junio, me parece sofisticada, sexy, profesional, segura de sí misma, fuerte, tierna, inalcanzable, exquisita… y mil adjetivos más...

Pero independientemente de cómo termine esta relación, su mejor herencia será el haberme enseñado a viajar con la mente... Tal y como ella lo explica, es muy sencillo... "Lo primero de todo, lo más necesario, es la documentación: no puedes pretender visitar la Tour Eiffel sin conocer, al menos, los datos básicos sobre ella: fecha de construcción, ubicación dentro de la ciudad, su estructura, que generalmente puedes conseguir en Wikipedia o en sitios parecidos...  Luego, tienes que buscar fotos del lugar donde quieres ir, detalles que te gustan, visiones panorámicas, por ejemplo, los tejados de París desde la Tour Eiffel, su silueta recortada en el cielo nocturno... Después, escoges un lugar en el que te encuentres cómoda, por ejemplo, en la cama, y mientras estás mirando una presentación de las fotos que más te han gustado, o un poster, lo que prefieras, empiezas a relajarte, a respirar profundamente...

Lo ideal es contar con un buen amigo o amiga, que lentamente te empiece a dar un masaje en hombros, espalda y cuello... Mientras tanto, te va contando suavemente lo que puedes ver, los tejados, en cierto modo, es una voz amiga que te susurra lo que puedes ver... Y te sigues relajando, despacito, imaginando cómo te sentirías si pudieras estar allí, con el tacto de las escaleras de hierro y las múltiples capas de pintura, la brisa que juega entre tus cabellos...

Y llega un momento, en el que realmente estás allí... puedes abrir los ojos, y comprobar, si todo ha salido bien, que estás allí, disfrutando, viviendo algo único, con aquella presencia amiga que está a tu lado, compartiendo un perfecto viaje con el espíritu..."

Funciona... Con ella, he visitado el Coliseo romano y la Plaza de San Pedro... Me he asomado desde el mirador del Gran Cañón del Colorado, y he sentido terror... He caminado bajo los ojos de la Esfinge... Y tres o cuatro sitios más... Y la he ayudado en sus viajes... Susurrándole al oído mil palabras que no eran las que bullían por salir de mi pecho, mis labios y mi mente... Viajando con y alrededor de Claudia... Ignoro lo que pasará en este mes y medio hasta mi cumpleaños... Pero cada minuto que pase con ella, cada roce, cada caricia, cada pequeño masaje, será especial...

No hay comentarios:

Publicar un comentario