sábado, 3 de septiembre de 2011

30. AQUELLA FASCINACIÓN…

Lentamente, sin darme yo demasiada cuenta, mis sentimientos hacia Claudia han ido evolucionando, desde una simple amistad entre dos mujeres, pasando a un mayor nivel de confianza… Y ahora, no me queda más remedio que admitirlo: estoy completamente fascinada por ella…

Hoy, mi mundo parece desenfocado, lejano, y tal vez un poco extraño... Por la noche, Cachivache ha venido a visitarme, y desde la cama escuchaba sus patitas en la jaula, y la vieja rueda de ejercicio se ha pasado casi dos horas moviéndose sin parar, en los dos sentidos... Sí, Cachivache es el fantasma de mi primer y último hámster, pero no le tengo miedo, porque siempre me quiso mucho... Aunque no me habría venido mal que me visitase otro día... Después de dos meses muy intensos entre los exámenes parciales, algún final y demasiados trabajos de última hora... Por favor, señores catedráticos: no se puede mandar un puto trabajo de 60 páginas mínimo de una semana para otra... sobre todo cuando se ponen de acuerdo en los plazos de entrega: el día antes de los exámenes... Un poquito de seriedad... Menos mal que todo aquél farragoso trámite ha quedado relegado al pasado prescindible... y  tengo algo de tiempo libre...
Este verano, me ha dado por caminar, casi siempre al atardecer. Es una forma como cualquier otra de hacer deporte, y suelo ir al Retiro, aunque para ello tenga que coger el Metro, estoy descubriendo aquellos lugares que realmente me gustan, sobre todo, los aledaños de la estatua del Ángel Caído (el único monumento al Demonio en todo el país, que se encuentra a 666 metros sobre el nivel del mar), la Chopera, y el Jardín Japonés. Me gusta ir bien equipada, con una pequeña mochila, la botella de agua, el DNI, mi MP4... y el espray de pimienta, que ya me he llevado algún que otro susto, y no me apetece repetir... Desde hace unos días, también estoy frecuentando la piscina pública, pero me siento algo incómoda, porque mi piel sigue estando demasiado blanca para mi gusto... aunque para eso están los autobronceadores...

Pero hoy, me he quedado en casa, con mis viejas mallas negras, los calentadores, y la camiseta de Aerosmith, que después de una larga y perezosa ducha de agua bien caliente, se han convertido en mi segunda piel durante toda la mañana... Él, “mi Antonio”, ya está en Londres, y por lo que me cuenta, está contento con la habitación en Eldon Road, las clases son interesantes, y su trabajo, en el Central London Hospital (que gestionó a través de una agencia local) le está abriendo "nuevos horizontes profesionales..." ¿Horizontes profesionales, por estar fregando platos y repartiendo meriendas y cenas dentro de un hospital? ¿Por estar limpiando las habitaciones que dejan libres los médicos al final de su residencia... casi todas ellas muy sucias y malolientes? ¿Por levantarse a las siete de la mañana, para tener tiempo suficiente y preparar las clases de español para dos adolescentes, que ni siquiera se las toman demasiado en serio? Algunas veces, no le entiendo... pero lo que más me sorprende es que empiezo a tener celos de él, o mejor dicho, de su entorno...

Y Claudia…. Claudia, que sigue un poco distante desde aquella cena del 23 de mayo, en su casa por mi cumpleaños... Tal vez no fuera una buena idea, cenar solas después de ir al cine y a la bolera con mi madre, la tía Agustina y “Las Valkirias de Carabanchel”... O el que yo me presentara casi media hora antes, llamando al video-portero de su piso en la calle Hermosilla, en pleno corazón de Madrid, con mi mejor sonrisa y una botella de Lambrusco prácticamente congelada en una bolsa isotérmica de Carrefour... Salió a recibirme arropada dentro de un enorme albornoz blanco, con la cabeza mojada, y el agua resbalando perezosamente por su cuello... Tal vez se estaba entregando a mi placer favorito, a mi ritual del domingo, no lo sé... pero lo cierto es que estaba hermosísima... Tanto, que mi corazón creo que se saltó un latido...

Es cierto, nunca he tenido demasiado clara mi orientación sexual, pero con Claudia siempre he intentado mantener el control, pues ella es heterosexual (me consta)... aunque en aquél momento, lo único que realmente ansiaba era atraerla entre mis brazos, despojarla del albornoz blanco, y dejar que la naturaleza siguiera su curso... Me fascina... Me atrae... Ni siquiera puedo explicarlo, pero jamás ha estado más hermosa que en aquellos fugaces segundos de delirio pasajero...
Estar con ella, es como jugar con fuego a cada instante, una continua lucha, que sin embargo me da la vida... Durante unos minutos, mientras yo admiraba una vez más su colección de Cd´s de Jazz, Claudia desapareció en el dormitorio principal, y al volver, llevaba un vestido negro, corto y entallado, y unas sandalias con finas tiras de cuero negro trepando por sus gemelos, que realzaban su figura... Dedicamos un ratito a intercambiar cotilleos sobre el verano, nuestros respectivos planes... y sobre las nueve y media, empezamos a preparar la cena, cintas de pasta fresca, con salsa de salmón ahumado, nata y caviar de mújol; luego, unos escalopines al Marsala; y de postre, helado con dulce de leche, todo ello regado con la botella de Lambrusco que yo había traído, y agua mineral bien fría... 
Después de la cena, me hizo cerrar los ojos, y noté que estaba colocando algo en mi cuello y en mis oídos... Al abrirlos, mi mirada quedó cautiva del hermoso colgante de plata y turmalina negra, y de los pendientes a juego, que tal vez no fueran precisamente mi estilo, pero me quedaban muy bien... Claudia estaba enfrente de mí, iluminada por las llamas de la chimenea… Nunca la he visto más hermosa… No pude evitarlo, y le robé un beso... Durante unos momentos, nuestros labios se encontraron, quizás incluso los suyos se entreabrieron ligeramente, respondiendo a los míos... Pero todo terminó con una caricia del dorso de su mano derecha, y un "no... mejor no…" susurrado muy bajito... El resto de la velada lo pasamos sentadas en el sofá, viendo por enésima vez "Carta de una desconocida", y sobre la una de la madrugada, después de un abrazo y de un par de besos en las mejillas, me despedí de Claudia...
Ha pasado casi un mes desde nuestro último encuentro, y aunque hemos quedado un par de veces para tomar un helado en "La Alboraya", o pasear por El Retiro, creo que algo ha cambiado entre nosotras desde aquella noche... El conjunto que me regaló solo me lo he puesto en aquellas ocasiones, pues realmente no es el estilo que más me gusta... No puedo evitar el recuerdo de sus labios bajo los míos, ni la impresión, fugaz, de que realmente le apetecía devolverme el beso.
Muchas veces, me planteo qué ve ella en mí, hasta qué punto le aporto algo a su vida... No dejo de ser una estudiante universitaria de veinte años, con muchos sueños por cumplir, demasiados pájaros en la cabeza, y tantos caminos por explorar que prefiero no pensar en ellos... Ella tiene treinta años (dentro de poco treinta y uno), es una triunfadora, apreciada por su empresa, que viaja por medio mundo, siempre al tanto de las últimas tendencias, con casa propia... Me gusta todo en ella... Lo sé, uno de estos días, tendré que decidirme por ella o por “mi Antonio”, en el caso de que ambos quieran seguir manteniendo mi amistad o mi amor... Pero no puedo evitar sentir lo que siento, aquella vieja magia negra, aquella fascinación, que me arrebata el alma...

No hay comentarios:

Publicar un comentario