Hace ya muchos años que el Puto Rey Esteban me hizo temblar con su libro “Buick nº 8”… y con “Christine”… La posesión infernal, maléfica o demoniaca de objetos comunes de nuestro entorno, no es algo demasiado nuevo… pero de todas formas, siempre podemos tener nuestras dudas… cuando algo no funciona exactamente bien… Las luces del pasillo se encienden y apagan solas… La lavadora se pone en marcha cuando quiere… Saltan los volumétricos del trastero… O todos los teléfonos de la oficina empiezan a sonar a la vez… Si te pasan todas estas cosas, igual te están enviando un mensaje sutil… ¡Sal de ahí cagando leches!
Os presento a Rocinante, mi primera Vespa... Bueno… os la presentaría si pudiera incluir una foto, pero como no es posible hacerlo, os la describiré someramente: es la típica Vespa de cartero, de color amarillo… No lo sé, aunque siempre me han gustado las Harley Davidson, al final me he comprado una montura algo mas económica... En efecto, no es uno de los últimos modelos, pero desde el primer día que la vi, en el concesionario de motos de segunda mano del Rastro, que quedé completamente enamorada de ella.
Es como si su faro hubiese captado un rayo de sol, o su manillar se hubiera girado imperceptiblemente al pasar yo por delante, como en el caso de Herbie... ¿Os acordáis de aquél simpático cochecito de carreras, y sus alocadas persecuciones por medio mundo? ¿De sus múltiples aventuras y resurrecciones? Pues me parece que con Rocinante, sucede algo parecido... Aunque aquella mañana de domingo yo llevaba mis habituales pintas para ir al enorme mercadillo (vaqueros negros ajustados, camiseta de Blind Guardian y botas militares), experimenté el súbito impulso de aproximarme más al escaparate...
Entrar en la tienda, era como dar un paso atrás en el tiempo, hasta el típico comercio de finales de los años setenta, en el que no faltaba ni el dependiente gordo y grasiento y con cierto olor a pacharán y a sudor de varios días, ni la multitud de motocicletas en distintas fases de montaje (o de desmontaje), el antiguo radiocasete con el previo de cualquier partido de fútbol sobre el mostrador, ni por supuesto, el omnipresente olor a Ducados rancio, y las fotos de “señoritas ligeras de ropa”... Esta fue más o menos nuestra conversación:
"¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?" (pero sin el encanto canalla de la canción), es el "original" saludo.
"Me gustaría comprarme una Vespa como la del escaparate..."
"¿Estás segura de que no prefieres algo más pequeño o manejable? ¿El típico Vespino, o algo tipo Mobilette? Mira que una Vespa como esa es mucha moto para ti...", me responde, con un pequeño guiño del ojo izquierdo... o tal vez fueran imaginaciones mías...
"No quiero un Vespino ni una moto de niña... Si por mí fuera, ahora estaría negociando con el dependiente de un concesionario de Harley Davidson... pero me temo que con mi presupuesto, no podría conseguirla actualmente ni en los próximos veinte años... Por favor, ¿puede decirme de una vez el precio de esta Vespa?"
"Como es una moto de segunda mano, el margen es más amplio... Su dueño se cansó de ella, y de todas formas, ahora no la necesita, por lo que estaría pensando en aceptar unos mil euros..."
"Si estuviera dispuesto a rebajar un poco más el precio, y haciéndome yo cargo del seguro, los permisos y la tramitación en Tráfico... ¿me la podría quedar por ochocientos euros? Es para no tener que pedir demasiado a mis padres..."
"Mi arma... me estás apretando mucho... Pero si vienes mañana por la tarde, te daré una respuesta... Y de paso puedes traerte algún amigo, para que la revise..."
Aquella semana, mi hermano libraba en la plataforma petrolífera, por lo que pudimos acudir los dos juntos al taller, para revisar mi presunta moto... Y digo "presunta", porque Gerardo es un motero experimentado, y conoce como nadie el corazón y el alma de "mis amigos de dos ruedas"... Por eso, le sorprendió el perfecto estado de la carrocería, a pesar de tratarse de un modelo que dejó de fabricarse hace varias décadas... Y el zumbido del motor, bastante más oscuro y grave de lo que ambos creíamos posible, nos hizo pensar que estaba trucada llenó por completo la tienda...
Medio minuto más tarde, regresó al ruido habitual en las motos de aquella cilindrada, y pedimos permiso para dar una pequeña vuelta por la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo... A pesar de su ligera tendencia a encabritarse si acelerabas demasiado rápido, de ahí su nuevo nombre de Rocinante[1], era la moto ideal para mí… Tardamos un cuarto de hora en rellenar todo el papeleo, con el seguro provisional a falta de la actualización en Tráfico, y mis ochocientos euros desaparecieron en el bolsillo del vendedor... Y de regalo, un casco de esos que parecen de equitación, pero que de todas formas me permitió llegar al barrio, mientras mi hermano me escoltaba con su Harley...
Los dos días siguientes, los pasé casi enteros en las distintas dependencias de tráfico, y en la aseguradora de mi hermano, que la ha registrado a su nombre, para evitarme el incremento de tarifas por ser novata... Pero el viernes, con mi nuevo casco, y otro para Claudia sobre el asiento, la recogí en la puerta de su casa: ya habían pasado tres semanas desde mi cena de cumpleaños, y mientras la llevaba montada detrás de mí, presumiendo de hermosa acompañante por la calle Alcalá hacia "nuestra" heladería favorita, no podía dejar de pensar que incluso únicamente como amiga, Claudia me hacía profundamente feliz... aunque fuera solo en parte, como amiga y confidente… Y Rocinante nos llevaba a las dos, hacia quién sabe cuántas aventuras... Acelerando bruscamente y caracoleando un poco cuando le apetecía... Con cierta tendencia a eludir las situaciones de peligro en la circulación, mediante alguna maniobra sorprendente... Un carácter bastante combativo en los semáforos, a veces me parece que tiene personalidad, y le gusta salir la primera...
Y todavía lo sigo pensando, que no es una Vespa normal y corriente… aunque tal vez “trucada” no sea la mejor palabra… es como si tuviera voluntad propia en ciertos momentos… y luego se acordase de repente de que no es más que una simple moto… y que tiene que dejarme conducir a mí…Mas, curiosamente, cuando llegué a la tienda del Rastro, me la encontré cerrada a cal y canto, con el escaparate empapelado con páginas del Marca... de 2009... Reviso los papeles de la moto, y todo está en orden, salvo la fecha de la venta… De alguna manera, me he comprado la moto hace un año, y yo sin darme cuenta… Uno más de los misterios de Rocinante, mi nueva montura...
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