sábado, 3 de septiembre de 2011

13. OTRO LUNES DE MIERDA

Es curioso… Todas las mujeres, durante unos años, tenemos que afrontar la menstruación, la regla, o como quieras llamarlo… Es algo científicamente demostrado el hecho de que sangramos, se nos inflan los pechos, la tripa crece y se nos suelta… y sin embargo, no se suele hablar de ello…


Hoy, como otros lunes, comprendo perfectamente la filosofía vital del gran político, hombre de estado, filósofo, educador, crítico culinario... llamado Garfield, y creado por Jim Davis. Tal vez sea culpa mía, me pongo muy negativa desde el domingo por la tarde, y en cuanto amanece el lunes, es decir, en cuanto me despierta el móvil, ya estoy de mal humor....

Además, por si fuera poco, esta noche me ha bajado con una “mala follá” impresionante la puta “maldición de Eva”... el dolor ha sido tan brutal, que he tenido que recurrir a la Buscapina... Y también he modificado el vestuario, claro está... Nada de falda de cuero, cazadora negra y top blanco: estoy tan hinchada que sólo me sirven unos viejos vaqueros, que son lo bastante anchos para ponerme las compresas... Sí, yo prefiero los tampax, desde hace muchos años, pero las compresas son mejores para el primer día... Supongo que a todas las mujeres nos aterra que se nos note, que por lo que sea no nos podamos cambiar, y que traspase algo en la ropa... Bueno, pues eso es justamente lo que me ha pasado en clase de Redacción Periodística II... No me ha quedado más remedio que cerrar las piernas lo mejor que he podido, y rezar para que no fuera muy evidente... mientras esperaba, mirando el reloj, que la clase terminase lo antes posible, y que la profesora dejase de decir obviedades… aunque supongo que para eso la pagan, para que nos tenga medianamente informados y entretenidos…

En cuanto ha sonado el timbre, me he colocado la carpeta estratégicamente, y me he abierto paso entre las admiradoras y los peticionarios, para alcanzar los servicios de chicas... ¿Dónde están las compañeras solidarias, como Matilde, Natalia, Susy y demás, cuando las necesitas de verdad? ¿Dónde se esconden las manos amigas en tus momentos bajos? Desde luego, no en las cochiqueras de la planta baja... [Normalmente suelen estar en el bar del sótano, entre nubes de admiradores…o directamente en el porche del edificio, fumando como cosacas…. Bueno, vale, también hacen otras cosas como cosacas… y otras como conejas… pero mejor no doy más detalles… Puesto que son mis “amigas”…]

No me ha quedado más remedio que apoyarme contra la puerta, que por no variar carecía de pestillo y se abre hacia adentro, bajarme como he podido los pantalones y las bragas de abuela (las odio, pero son útiles en días como éste), inspeccionar el desastre, limpiarme con papel higiénico, y cambiarme... Por desgracia, sólo tengo dos manos… aunque no me habría venido mal otro par, como la diosa Vishnu, pues justo en el momento crítico[1], cuando estaba terminando de limpiarme con unas toallitas húmedas, vino la típica gilipollas intentando entrar a empujones... Y tuve que mandarla directamente a la mierda, con mi mejor imitación de la niña del Exorcista…

Para qué os voy a contar más detalles... Al final, pude cambiarme de compresa, atarme el jersey con las mangas por delante, y dar gracias una vez más por que los vaqueros fueran negros... Ya solo me quedaba ir despacio hacia los lavabos, y terminar de quitar un poco la mancha, incluso estando convencida de que solo yo podía verla, al menos hasta que viniera alguien a molestarme... Ya no tenía mucho sentido asistir a la tercera clase del día, por lo que me refugié en la cafetería, sentada con el segundo café de la mañana, para combatir el sueño.... Ese fue el momento que escogió Leticia, la plasta de 2º D, para sentarse a mi mesa, y empezar a hablar... Es como la Campos: solo necesita un público, para comenzar un inacabable discurso sobre cualquier cosa... sin importar que te interese o no lo que está diciendo, concretamente, me la pela el cangrejo rojo del Amazonas y su importancia en la biosfera... Solamente podía pensar en una cosa: cuánta cinta americana sería necesaria para amordazarla y que se callase de una (puta) vez... La cantidad depende mucho de lo que uno aprecie a la persona en cuestión… Si es una amiga, basta con un trozo de unos treinta centímetros, situado sobre la boca… Si no le tienes afecto, rematas la faena con un calcetín sudado dentro de la boca, y le das varias vueltas en torno a la cabeza… garantizando al mismo tiempo un esquilado cuando se lo quites… Hay que tener siempre mucho cuidado de no tapar la nariz…

Y después, como si de una convención de plastas se tratase, apareció Javichu, el típico niño pijo, delegado de clase de un curso superior, y que no acepta un "no" por respuesta, ni pregunta si puede sentarse... La situación fue tan molesta, que lo único que me consolaba era pensar cuanta fuerza sería necesaria para lanzarlo como si fuera un martillo (no entiendo el nombre, parece una bola de preso... ¿no podían llamarlo "lanzamiento de bola de preso”?), desde la entrada del edificio, apuntando a los jardines... En mi imaginación, lo veo saliendo despedido por encima de mi cabeza… rebotando sobre la marquesina del autobús… y aterrizando en la superficie arenosa y bastante sucia de la entrada del metro… Igual os parece una idea un poco exagerada pero… ¡Cómo se nota que vosotros no conocéis a Javichu!

Luego, cuando por fin terminan las clases, regreso a casa, me doy una buena ducha, me pongo el viejo chándal de felpa y una camiseta de AC/DC, los calcetines, los calentadores, y las zapatillas... Y me siento tranquilamente frente al ordenador... Reviso mi correo... Tengo varios mensajes, entre ellos uno de Claudia... Me pregunta si me apetece ir de tiendas a las 18:30, por la zona centro, y de paso hablamos un poco... Claudia... sólo por ella, reúno mis últimas fuerzas en un inmenso grito interior... que es a la vez por rabia (contra el mundo en general), frustración (por no decidirme, ni atreverme a sentir) y dolor físico… Intento relajarme un poco antes de llamarla a su móvil… y me sorprendo una vez más de lo dulce que puede sonar su voz… Quedamos haciendo el oso, como casi siempre… Para quienes no sean de Madrid o no conozcan las tradiciones, “hacer el oso” quiere decir citarse en la Puerta del Sol, a los pies de la estatua del Oso y el Madroño. Es un lugar accesible, muy bien comunicado, aunque algo peligroso, por la abundancia de carteristas y descuideros en la estación de Metro, Cercanías, y en las calles aledañas… A pesar del refuerzo policial existente, no es la mejor zona para pasearse con cosas valiosas en la mochila, si la llevas cargada del hombro…

Y muy despacio, a cámara lenta, lo preparo todo para la tarde... Hoy me apetece vestir de negro, pero cambio los vaqueros por una falda larga, y me pongo unos zapatos con algo de tacón, una blusa roja, y mi chupa de cuero negra, despertando quizás mi “yo pirata”, al vestirme con los colores de la sangre y del fuego… Antes de salir, me tomo un vaso de horchata, otra Buscapina, y pongo el MP4 a tope, porque no quiero que nadie me moleste en el metro, que nadie invada mi intimidad… Cuando vea a Claudia, se me pasarán todos los males, seguro…

Aunque hasta este momento, sigue siendo otro puto lunes de mierda...



Nota: La tarde terminó bien: merendando unas tortitas con nata con Claudia en el Vips, y cotilleando las últimas novedades en la Casa del Libro, porque yo no tenía muchas ganas de ir al cine: solo me apetecía estar con ella, pasear un poco, y tomar el fresco…

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