sábado, 3 de septiembre de 2011

4. RECUERDOS DEL PRIMER BESO

Dos miradas que se cruzan, desde lados opuestos del arenero... Dos corazones que, sin saber por qué, empiezan a latir más fuerte... Avanzar lentamente... Sentir que las piernas te fallan, que tiemblas... No puedes hablar... Garganta seca, ojos un pelín llorosos...

 Intentas recordar si tienes la cara limpia o sucia, después de haber estado jugando con la tierra… Te miras las manos, y ves una mancha en el dedo índice derecho, que enseguida te limpias en los vaqueros…

La tienes delante... Es tan hermosa… Que ni siquiera comprendes cómo ella se ha podido fijar en ti… Con su pelo castaño, sus ojos oscuros, su dulce boca... Jamás la has visto más hermosa, que con ese vestido de flores rojas, los calcetines blancos y los zapatos, negros, de charol… Ninguna otra niña puede hacerle sombra, de eso estás seguro…

Y no puedes evitarlo... Estás decidido a hacerlo, que hoy sea el gran día, y ella, la Princesa de tus sueños… Te parece imposible que la zona de juegos sea tan grande, y que se tarde tanto tiempo en cruzarla… Levantas la mirada, y los límites parecen haberse expandido muchísimo, los árboles son inmensos, y los demás niños se difuminan… Solo estáis vosotros dos… Con más miedo que cualquier otra cosa, llegas a su lado... Y le sujetas suavemente los brazos... Tienes tanto, tanto miedo...

Cuando alzas la cabeza, y la besas... Sus labios saben a gominola de fresa... Y con la boca abierta, hay mucha saliva... ¿Se supone que tienes que hacer algo con la lengua? Como no lo tienes muy claro, te separas de ella... ¿Le habrá gustado? Algo en su mirada te permite entender que no es así… ¡Y te tienes que ir corriendo, antes de que te lance un zapato, ante las miradas atónitas y divertidas de todos los adultos que han asistido a la escena, y cuyas carcajadas te persiguen hasta que te refugias en las faldas de tu madre!

Han pasado ya tantos años desde aquél primer beso, pero todavía lo recuerdo... Casi como un sueño... Por cierto… al final, no le di con el zapato... Aunque no sé si por falta de ganas, de fuerzas, o de puntería… Compréndelo, querida lectora constante: siempre habrá ciertas cosas que requieran intimidad y calma, por lo menos, el primer beso…

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